Las Guerras Cántabras II: la gran pifia de Augusto

 Augusto es un personaje histórico que en mi opinión no ha sido bien interpretado por la historia. Al menos la historia clásica, antes de la crítica moderna. La imagen que tenemos de él está condicionada por la visión del estadista de los estados-nación modernos. Se dice de Augusto que terminó con un periodo de 100 años de guerras civiles, que hizo reformas de calado en el estado romano para implantar la Pax Romana, que ensanchó y aseguró las fronteras del imperio y que fue el fundador de un sistema político que mantuvo a Roma como una potencia dominante durante 400 años más. Parte de esto es cierto, parte es muy matizable y parte solo se consiguió después de su muerte. El caso es que la imagen clásica es esa. Dentro de esa imagen clásica, Augusto es considerado un gran estadista que ejerció su liderazgo sobre los resortes del estado romano para conseguir todos esos objetivos. Nuestra visión sobre él es la que nos ha dado la propaganda de sus seguidores del siglo I A.C. mezclada con ideas que solo tienen sentido en los estados modernos. Hay mucho determinismo en esta idea que tenemos sobre el personaje: como conocemos los hechos posteriores a su muerte y los siguientes 2000 años de historia, juzgamos que las acciones del personaje iban encaminadas a eso y solo podían haber producido ese resultado. Pero en su época, seguro que no lo veían así. Veamos un poco del personaje.


Cayo Octavio, que así se llamaba el sujeto cuando nació era hijo de un don nadie en la alta política romana. Su familia paterna no era de origen noble. Eran ecuestres que nunca habían accedido al Senado. Ni siquiera eran una familia romana de origen. Eso sí, debían de tener mucho dinero porque el padre se casó con una sobrina de Julio César llamada Acia y él nació en el Palatino, la zona residencial de los ricos de Roma. Por mucho dinero que tuviera, los otros niños que vivían en su barrio eran los Emilios, Cornelios, Fabios o Claudios y él era un don nadie. 

Su suerte cambió cuando aún era un adolescente: tras el asesinato de Julio César se abre su testamento y resulta que César adopta de forma póstuma a Cayo Octavio y le hace su heredero universal. Al joven le acaba de tocar la lotería por partida doble. En primer lugar, la adopción le convierte en un Julio, es decir, en un noble romano de rancio abolengo. No solo noble, sino también patricio, que era el más alto rango de la nobleza romana. Además al convertirse en su heredero universal, recibe la fortuna de César (aunque tuvo problemas para cobrarla) y sobre todo, las lealtades políticas de César. Estas lealtades, en el sistema tardorrepublicano romano eran claves para la carrera política de las personas. Y César tenía muchos leales. Por supuesto se cambió el nombre a Cayo Julio César, así que se hizo llamar como su padre adoptivo. Textos posteriores le han añadido la coletilla de Octaviano para diferenciarlo del otro Julio César, pero parece que él no lo usó nunca. Lo de Augusto fue un título que le concedió después el Senado Romano. Este cognomen sí le gustó y se lo añadió al su nombre completo final: Cayo Julio César Augusto. No contento con eso, muchos textos romanos se acabaron refiriendo a él como Imperator Caesar Divi Augustus. Se me hace raro que este último nombre le hubiera gustado a él porque borra el nombre de la gens Julia, que era lo más importante para un romano noble. De aquí en adelante le vamos a llamar siempre Augusto para distinguirlo de su padre adoptivo.

Como esto va de guerras cántabras no quiero entrar en muchos detalles de su vida posterior, pero sí tenemos que saber dos hechos relevantes para que podamos evaluar su paso por el norte de España:

  • Junto con Marco Antonio, antiguo lugarteniente de Julio César vencieron a los asesinos de este último y mataron a sus líderes.
  • Después de eso Augusto se enfrentó a Marco Antonio, le venció y provocó su suicidio. El episodio es más que conocido, con la reina Cleopatra de por medio.
Con estos dos conflictos, Augusto se quedó sin enemigos. Y si alguno coleaba, no solía seguir con vida durante mucho tiempo. La fórmula de estado que resultó de todo esto era un calco del estado republicano anterior, con sus mismos mecanismos, oficiales públicos e instituciones, pero con Augusto ejerciendo de "princeps senatus", queriendo significar el senador de más autoridad. En la práctica, la política romana funcionaba como siempre pero si Augusto tomaba una decisión sobre algo, era prácticamente de obligado cumplimiento. El sistema imperial romano que todos tenemos en la cabeza que podíamos llamar pseudomonarquía militar se fue implantando tras la muerte de Augusto.

Volvamos a nuestro tema ¿por qué he escrito todo este rollo? Pues para intentar entender el por qué de las Guerras Cántabras y la pifia de Augusto en ellas. 

Desde el punto de vista de un romano del s. I A.C. Augusto seguía siendo un advenedizo adoptado que si no llega a ser por el testamento de César, no hubiera sido nadie. Además, sus triunfos militares no eran suyos, sino que siempre le habían ganado las batallas otros generales: en la que venció a los asesinos de César el comandante era Marco Antonio y en la batalla naval en la que se deshizo de este último, el comandante era Agripa. Este rol no militar que en una visión moderna no deja de ser el papel de un estadista de primer orden, en el periodo tardorrepublicano romano no estaba bien visto. Los nobles romanos aspiraban al consulado y con él comandar un ejército personalmente que venciera a un pueblo extranjero y conseguir un triunfo. Augusto ni siquiera se había enfrentado a extranjeros, sino que siempre luchó contra otros romanos.  En el caso de la victoria contra Marco Antonio lo disfrazó de guerra contra Egipto, pero todo el mundo sabía que la guerra era contra otro romano. 

Iban pasando los años y Augusto no había conseguido la gloria y el reconocimiento que tuvieron los Escipiones que vencieron a Cartago, Cayo Mario venciendo a Cimbrios y Teutones, Julio César conquistando la Galia o tantos otros que recordaban las crónicas de la época. Augusto necesitaba la buena propaganda de sus seguidores para tapar su poca destreza militar. Aquí entramos nosotros. De alguna manera se fijó en un objetivo militar que, en mi opinión, juzgó que era asequible para él como general: la cornisa cantábrica. También en mi opinión Augusto infravaloró a Cántabros y Astures y pensó que reuniendo una fuerza militar grande con los preparativos adecuados, obtendría en un tiempo corto una victoria completa que le proporcionase un triunfo en Roma del que nadie discutiera. 

Sabemos que Roma llevaba 200 años en la península y ya había sometido a casi todos los habitantes, bien de forma diplomática, bien de forma violenta. Solo quedaba la cordillera cantábrica, hacia donde nunca se habían dirigido los ejércitos romanos. Esto hace pensar que hasta ese momento nunca había supuesto un problema. Lo más probable es que alguna escaramuza con algunos vecinos fuera inflada por la propaganda augustea en Roma, una vez que Augusto ya se había fijado el objetivo de someter la región. Es probable que los aduladores de Augusto fabricaran un casus belli en base a hechos de poca importancia y mucha propaganda. Augusto siempre había sabido delegar el mando en buenos generales, consciente de sus limitaciones, así que si se presentó allí en persona a comandar los ejércitos es porque creía en una victoria fácil, digamos que a su alcance. Ahora veremos que se equivocó. 

El caso es que como decíamos en una entrada anterior, Roma atacó Cantabria en el 29 A.C. Augusto no se desplazó allí en un primer momento, sino que llevaron para preparar el despliegue de las legiones a varios generales que, además, dijeron haber logrado algunas victorias contra tribus de la zona, no necesariamente cántabras. Aunque las fuentes no dan mucho detalle, es probable que durante el 29, 28 y 27 se preparara toda la logística y se desplazaran las tropas que harían el asalto contra los cántabros.

Una vez estuvo todo listo, Augusto se desplazó allí a comandar sus legiones. Esto fue a finales del 27 A.C. así que la campaña militar de Augusto debió de empezar realmente en el 26. Debieron de usar muchas legiones. En algunos sitios he leído que siete, nada menos. Siete legiones con sus auxiliares, aliados, caballería, logística etc. podían suponer alrededor de cincuenta mil personas. Pobres pasiegos. En lo que sí son claras las fuentes romanas es en la táctica: Augusto dividió su ejército en tres partes y atacó por separado a los cántabros, formando un tridente partiendo de Sasamón. Lo que parece claro es que el objetivo del tridente era la parte oriental de la cordillera. En este caso, los Astures no fueron atacados en primer lugar, sino que lo serían después. 

La trama se pone interesante a partir de ahora. Con todo ese despliegue de recursos y táctica, los romanos no consiguen más que atascarse. Subir al monte es difícil, las emboscadas de los cántabros son constantes, la logística de montaña se complica y los cantabrones resultan ser mucho más difíciles de vencer que lo que Augusto había previsto. La táctica cántabra es no presentar batalla sino la guerra de guerrillas que se repitió tantas veces en la España posterior. Hay textos que parecen indicar que la disciplina en algunas unidades romanas no era buena. Esa no es la guerra que querían luchar y el desgaste de la guerra de guerrillas hace que el legionario no quiera luchar más. Las fuentes lo mencionan referido a la campaña de Agripa posterior, pero tuvo que empezar ya en la del 26. La situación romana parece mucho más una derrota táctica que una victoria estratégica. 

Augusto no sabe lidiar con eso. Leyendo entre líneas a las fuentes clásicas se puede deducir que cogió una rabieta. Dejó otro general al mando, un tal Cayo Antistio, y se fue a Tarraco. Las fuentes, siempre tan complacientes con el personaje, le disculpan diciendo que estaba agotado o gravemente enfermo. Pero es difícil creer que una persona enferma se haga 700 Km para ir a Tarraco. Lo del agotamiento es de risa. La campaña del 26 ha sido un fracaso. 

Desde el punto de vista de la reputación personal de Augusto, irse a Tarraco era una oportunidad de salvar los muebles políticos.  Si continuaba el fracaso, podía echar la culpa al pobre Antistio y si encotraba una forma de cambiar el rumbo de la guerra desde Tarraco se llevaría los laureles él. Y se le ocurrió algo. 

De algunas campañas anteriores, Roma tenía tropas en Aquitania, esto es, el sur de Francia. Les ordenó ir por mar hasta Cantabria y desembarcar al norte de la cordillera. Durante el invierno del 26 al 25 se preparó la operación y como parte de las operaciones del año 25 se lanzó este segundo frente. No está claro lo que desembarcó Roma ni donde. Las fuentes romanas, de nuevo haciendo propaganda de Augusto, presentan el desembarco como la maniobra clave que desbloqueó el frente y permitió la victoria romana. Muchos autores contemporaneos están de acuerdo. Yo no. Creo que se imaginan el desembarco como la maniobra de McArthur en Inchon estrangulando las lineas norcoreanas y causando el derrumbamiento del frente comunista. Pero eso se puede hacer con los medios del siglo XX contra un frente amplio de batalla, no con los que tenía la Roma tardorrepublicana contra una guerra de guerrillas. Además, los que conocen Cantabria, saben que es mucho más fácil subir a la cordillera desde la meseta que desde el mar. Augusto metió más soldados en campaña y probablemente arrasó unos cuantos castros por la costa, pero personalmente dudo que eso fuera el factor clave de una victoria que, además, veremos que no existió. Por mi parte, tengo la opinión de que el desembarco no fue para crear un frente por la retaguardia, sino simplemente para meter más tropas en el conflicto. Lo creo por dos razones:

1) No veo la ventaja estratégica de tener tropas en la costa. Tampoco veo esas tropas siendo decisivas en una guerra de guerrillas en la que no sabes la posición de la mayoría de tus enemigos. Sí veo su utilidad reforzando determinados puntos de alguno de los frentes. No olvidemos que Augusto atacó por tres frentes diferentes y tuvo que dispersar sus legiones para atacar los tres.
2) La calzada que sabemos que ya existía en tiempos de Tiberio. Justo después de la campaña de Cantabria, si no durante ella, se construyó una calzada que conectaba Castro Urdiales con Herrera de Pisuerga. No tengo duda que fue una construcción con un fin militar para asegurar que Roma era capaz de responder de forma rápida a cualquier nuevo problema con los Cántabros. El trazado no puede ser casualidad, tuvo que ser fruto de la memoria de la guerra. Volveremos a esta calzada un poco más adelante.

Las fuentes romanas también nos dicen que Antistio avanzó allí donde Augusto estaba bloqueado. Para dejar bien a nuestro protagonista, llegan a comentar que la razón fue que a Antistio no le temían tanto como a Augusto y se confiaron. Explicación bastante infantil. El resultado conocido fue la victoria romana en Ática, el sometimiento por hambre de los cántabros refugiados en el monte Vindio y finalmente la toma de Aracilum. Con estas victorias Augusto declaró vencidos a los cántabros, volvió a Roma, celebró su triunfo y cerró el templo de Jano como símbolo de que había paz por fin en Roma. Mentía como un bellaco. 

Sabemos que mentía porque después de la campaña dejó a las legiones estacionadas y en los años siguientes siguió habiendo lucha de Cántabros y Astures contra Roma. Tanto es así que el 19 A.C, Roma envió por fin a su militar estrella: Agripa. La razón fue una nueva gran sublevación en el este de la cordillera. Sublevación que sabemos que se produjo al menos en Las Merindades. Lo sabemos porque en el campamento romano de La Muela, situado en Villamartín de Sotoscueva se ha encontrado evidencia arqueológica de que, bien fue tomado al asalto por cántabros, bien fue atacado por estos y los defensores huyeron a toda prisa. En su derrota o huida se han encontrado restos arqueológicos de elementos que las legiones nunca dejaban atrás, como los instrumentos que servían para trazar los propios campamentos. También se han encontrado puntas de flecha que evidencian un ataque. Además, se han encontrado monedas acuñadas después de la campaña de Augusto y antes de la de Agripa, así que también podemos encajarlo cronológicamente en este momento de revuelta. Tomar un campamento romano al asalto es muy complicado, aunque este fuera un puesto avanzado pequeño, solo para unas cohortes. El ataque tuvo que ser planeado y llevado a cabo por una fuerza numerosa y tras una sangrienta lucha. En mi opinión, lo más probable es que los asesinaran a todos. El ataque, además, tuvo que tener una razón estratégica. Probablemente liberar el corredor del río Engaña y el Nela que da acceso al valle. Si molestaba esa posición es porque los cantabrones querían bajar de las montañas.

Sabemos también que mentía porque en las Res Gestae Divi Augusti no hace mención por su nombre en ningún momento de los Cántabros. Dice que pacificó Hipania y bla bla, pero no nombra la región ni los habitantes, como sí hace con otras tribus germánicas. Pasa de refilón por el tema. Hay mucho que ocultar.

Lo que nos dicen las fuentes romanas, tapando ahora que la victoria de Augusto había sido mentira, es que algunos cántabros que habían sido derrotados y esclavizados por Roma en las campañas anteriores, escaparon de sus amos para convencer al resto de que se sublevaran. De nuevo excusas infantiles. Según ellos Agripa, en el año 19 A.C. encontró unas legiones desmotivadas y amotinadas. Restauró la situación y volvió al combate derrotando de nuevo a los Cántabros. De nuevo los romanos reclaman una victoria y de nuevo tenemos que desconfiar de lo que nos cuentan. Roma dejó una concentración de legiones muy alta para proteger los límites de la cordillera cantábrica, desde el este hasta el oeste. No se fiaban de que no hubiera nuevos ataques y crearon una línea de contención. La montaña de Cantabria y Asturias, por mucho que dijeran, no estaba incorporada al imperio. 

Sabemos que ya muerto Augusto, su sucesor Tiberio reorganizó las legiones y sacó a varias de la zona camino de Germania, pero dejó allí tres de forma permanente. No se les hubiera ocurrido eso en Corduba, Brindisi o Massalia. Hubiera sido tirar el dinero. Si las dejaron en los bordes de nuestra cordillera fue porque no se fiaban de sus habitantes. En tiempos de Augusto, tras la campaña de Agripa, esta frontera o limes estaba defendida por muchas de las legiones de las campañas anteriores. Hay autores que llaman a este periodo "paz armada".

Ahora voy a formular una hipótesis. Estoy seguro de que tras el paso de Agripa, aprendieron de sus errores y no se les volvería a ocurrir dejar un campamento avanzado el el mismo extremo de la cordillera, en pleno monte, como ese de La Muela en Valdeporres. En vez de eso, es mucho más inteligente defender desde el llano creando un sistema de fortalezas que pueda vigilar desde la distancia a los cantabrones o astures que pudieran atacar. Se trata de crear una "tierra de nadie" que amortigüe los posibles ataques. Como esta defensa se preveía a largo plazo, no se conformarían con construir los oppidum de campaña, sino que los reforzarían con piedra para crear castellum. 

Sigo con mi hipótesis. Además, después de la reorganización de Tiberio, se quedaron tres legiones para un frente muy amplio. Sabemos que estas legiones se acantonaron en localizaciones por fuera de la cordillera cantábrica, en esa tierra de nadie que comentábamos antes. La más oriental se quedó en Herrera de Pisuerga, llamada entonces Pisoraca. Sin embargo, tenían que ser capaces de cubrir, en caso ataque, todo el contorno geográfico de Cantabria y Asturias. Necesitaban una buena red de comunicaciones para que, encaso de que uno de los castellum detectara un ataque, poder mover al grueso de la legión hacia la zona en problemas. Aquí entra en juego mi miliario favorito. El miliario de Tiberio de Ontañes que voy a enlazar de una web de Isaac Moreno Gallo:


Este miliario que marcaba la calzada de Castro Urdiales a Herrera de Pisuerga, demuestra que ésta existía, al menos, desde la época de Tiberio. Los miliarios de Nerón o Domiciano aparecidos en el mismo trazado corresponden a mejoras o reparaciones del mismo. También sería posible que la calzada la mandara hacer Augusto y este miliario corresponda a alguna mejora hecha por Tiberio. El caso es que, al menos, existe el trazado desde el momento justo posterior a las Guerras Cántabras en el que Tiberio reorganiza las legiones de la cordillera cantábrica. Además no hay duda, va desde la costa a Herrera de Pisuerga, donde estaba estacionada la legión que cubría el extremo oriental de la cordillera: la Legio IIII Macedónica. No salió la Legio IIII de allí hasta época de Calígula en el año 43, esto es, casi 70 años después de que Augusto diera por teminada la guerra. El trazado de la calzada, como vimos en la entrada anterior, coincide como un guante con los tramos que ya conocemos de calzada romana, documentados y estudiados arqueológicamente:


Recordemos el hecho de que hay bastante consenso en que Las Merindades eran terrotorio Cántabro. Si nos fijamos un poco, pasa por detrás de donde estaría esa zona de nadie de la que hemos hablado que correspondía con la limes que debía cubrir la Legio IIII evitando las zonas más montañosas. Es decir, evita nuestra zona porque era zona del enemigo, así que mi hipótesis es que se convirtió en esa tierra de nadie que comentabamos con sus castellum y puestos avanzados.  Nos queda saber si la calzada se conectaba con esos puestos avanzados o castellum romanos. Pero eso para otra entrada que esta es ya muy larga.


 

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